En la mayoría de las lesiones oculares interviene la luz solar, por ello en los meses estivales la prevención juega un papel esencial, unas gafas de sol de calidad y una gorra o una pamela nos evitarán muchos problemas cuando pasemos tiempo al aire libre.

Todos sabemos que los baños de sol hay que tomarlos con precaución  para que nuestra piel no sufra, ¿por qué no proteger  nuestros ojos?.

El ochenta por ciento de todo lo que aprendemos y aprehendemos a lo largo de

nuestra vida lo hacemos a través de nuestros ojos, si perdemos el sentido de la vista perdemos el 80 por ciento de nuestro contacto con el exterior.

La prevención, una máxima de vida

El prestigioso oftalmólogo José Luis Rodríguez Prats explica a Guía de Mayores que hay “una relación completamente directa entre la catarata y el sol”.

“La catarata (opacificación del cristalino) se produce en gran parte -añade- porque los rayos solares liberan radicales libres y dan lugar a un proceso de oxidación, que la catarata trata de evitar protegiendo la parte más susceptible del ojo”. El riesgo de presentar esta enfermedad crece con la edad.

La luz causa una gran molestia en las personas que presentan esta patología ocular que causa una disminución de la agudeza visual y que en ocasiones puede ocasionar una pérdida total de la visión.

El especialista hace hincapié en que la prevención para evitar la incidencia de la luz solar directa hay que asumirla como una máxima de vida.

“La radiación ultravioleta penetra a través de nuestros párpados, por ello -indica el oftalmólogo- se debe pasear con una gorra y unas gafas de sol, al tiempo se va adquiriendo un tono bronceado, y no hace falta más, porque así además evitaremos un melanoma maligno de piel producido por el sol”.

El sol produce el estímulo de los radicales libres en todo el cuerpo, por ello es igualmente necesario seguir algunas recomendaciones para reducir el daño del astro rey sobre la piel que “tiene -apunta el especialista- unas redes, una arquitectura tridimensional” y que “se puede destruir por una exposición excesiva, al igual que se puede producir un envejecimiento precoz del cristalino”.

Un baño exagerado de sol también puede producir desde una degeneración macular o un melanoma ocular a  una quemadura superficial de la córnea, herpes en ojos, la comisura de los labios o en la nariz, así como provocar la inflamación de     nuestro cerebro, porque como recuerda Rodríguez Prats “someter  nuestro cuerpo a una temperatura cercana a los 40 grados es una auténtica burrada”.

El sol también nos da vida

Pero tampoco debemos demonizar al sol, advierte el doctor José Luis Rodríguez Prats, quien señala que los rayos solares son importantes para asimilar vitaminas sin las cuáles no podríamos vivir, como la D, que no se obtiene de los alimentos.

Incide que hay patologías como la psoriasis (enfermedad  inflamatoria crónica de la piel que también se puede localizar en la zona de los ojos, aunque suele ser poco habitual) que obtienen beneficios tomando el sol; por ello, el oftalmólogo afirma que no hay que pensar que “el sol nos mata, también nos da vida”.

Hay que ser muy cuidadosos porque todo es relativo, “el arsénico en medidas pequeñas es un medicamento, en dosis altas es un veneno”, pone como ejemplo el cirujano.

La piel de los párpados, la más sensible de nuestro cuerpo

El especialista recalca que pasear provistos con una gorra protegerá también nuestros párpados, que presentan la piel más delicada de todo nuestro cuerpo. Un exceso de sol puede provocar patologías en  esa zona difíciles de resolver.

El doctor Rodríguez Prats, quien estos días se traslada a Bata (Guinea Ecuatorial) dentro de la labor solidaria que desarrolla desde hace años, nos hace un guiño y nos dice que “el sol es como la sal, en pequeñas cantidades es beneficioso y en grandes cantidades nos perjudica”.

Dr. José Luis Rodríguez Prats miembro de Oftalvist, del grupo médico ASISA.

 
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