Donación de cerebros, esencial para la investigación

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Donación de cerebros.

Cuando se hace una donación de cerebros para la investigación, la mayoría, hasta un 95 por ciento, procede de pacientes con enfermedades neurodegenerativas, siendo la más frecuente la de Alzheimer, y tan solo un 5 por ciento pertenece a personas sanas, sin enfermedad neurológica.

La donación cerebroespinal «post mortem» es muy importante para la investigación que lleva a cabo la Fundación CIEN.

Dada la importancia que tiene investigar con muestras de cerebros que no hayan sufrido una patología neurológica, junto con los de los pacientes afectados, esta institución lleva años haciendo campaña para que la población y los profesionales sanitarios conozcan la posibilidad de la donación de cerebros sanos (de control) que ayudará a los científicos a avanzar en el origen de la enfermedad de Alzheimer,  la de Parkinson o la de Huntington.

El Banco de Tejidos de la Fundación CIEN, que trabaja bajo este nombre desde 2010, pero con un gran bagaje y con varios proyectos de investigación en marcha, está convencido de que «en España hay una cultura de solidaridad muy especial», explica a la ONG Guía de Mayores Alberto Rábano, director científico del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN, quien recuerda que nuestro país sigue siendo año tras año porcentualmente el primero en número de trasplantes.

Se reciben alrededor de «un centenar de donaciones de cerebros al año», dice Rábano, que subraya que siempre se necesitan aportaciones «nuevas, porque los tejidos se van consumiendo», a la vez que se intenta que «la calidad de la muestra sea cada vez mejor».

Las donación es también muy importante para los grupos de investigación que trabajan con muestras biológicas procedentes del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN.

Aunque la Fundación Cien lleva a cabo sus propios estudios con las donaciones de cerebros que recibe, la investigación basada en sus muestras corre a cargo principalmente de grupos externos, como universidades o centros de investigación.

Así el científico puso como ejemplo el reciente estudio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid, que apunta a que el alzheimer puede estar relacionada con la infección cerebral por hongos de diversas procedencias.

La investigación, a la que la Fundación CIEN contribuyó proporcionando tejidos cerebrales y publicada por la revista Scientific Reports, describe que la presencia de hongos coincidió en 14 cerebros analizados, en tanto que dichos microorganismos no existían en las muestras biológicas de personas fallecidas por otra causa, con las que se compararon.

«Hemos visto que en distintas regiones del cerebro de pacientes fallecidos por alzheimer se hallaron hongos de las familias cladosporium sppphomamalassezia y distintas especies de cándidas», indicó en la presentación del estudio Luis Carrasco, coordinador del estudio.

Hoy el alzheimer, una de las demencias más devastadoras, no tiene cura, ni «nadie aspira a conseguirlo a corto o medio plazo», reflexiona Rábano, que enfatiza  que lo que se busca es poder «modificar» alguna de sus causas a fin de retrasar su aparición y atenuar los síntomas.

El científico relata que a la demencia del alzheimer se la considera como «una  enfermedad compleja, ya que no tiene una única causa, tiene muchas», que actúan de manera concertada y a distintos niveles, unas son genéticas y otras ambientales, por ello, agrega, «hay que investigar cuáles de esas causas se puede alterar para conseguir retrasar la enfermedad y que cuando aparezca sea más leve», disponiendo de todos los recursos posibles, tanto farmacológicos como terapéuticos.

El científico estima que  actualmente en España podrían registrarse alrededor de medio millón de personas afectadas de alzheimer, una cifra que aumenta a 15 millones en toda Europa y a varias decenas de millones en todo el mundo.

El experto añade que hay que tener en cuenta varias consideraciones; por un lado,  la población con «mayor riesgo» de desarrollar el alzheimer es la que sobrepasa los 65 años, «a medida que avanza la edad, la probabilidad de desarrollar la enfermedad es mayor». Mientras la esperanza de vida tanto en los países occidentales como orientales crece.

Por otra parte, estudios longitudinales han demostrado que no se produce el aumento de casos de alzheimer que se podría esperar por el aumento de la esperanza de vida, y,  puntualiza el científico, «se ha atribuido este descenso relativo a las medidas que se tomaron hace décadas para prevenir las enfermedades cardiovasculares», como el ejercicio físico, la dieta sana y en general la vida activa, porque «sabemos que los factores de riesgo cardiovascular también son factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer».

Por último, destaca Rábano la importancia de la educación, ya que las personas analfabetas tienen mayor riesgo de padecer alzheimer, «cuanto mayor nivel cultural menor es el riesgo», incide para recordar los beneficios que aporta la formación académica, el aprendizaje de idiomas o de instrumentos musicales al estar relacionados con una mayor reserva cognitiva, lo que supone una defensa contra la demencia.

Desde la ONG Guía de Mayores os animamos a todos a realizar la donación de cerebros.

 

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