Silver Economy: llega la hora de los mayores

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Silver Economy: llega la hora de los mayores

La Silver Economy, el mercado que generan las personas mayores, está llamada a convertirse en un poderoso motor económico conforme avance la longevidad. Empresas de todo tipo se preparan para adaptar sus productos y servicios a los mayores, quienes generarán casi 6 billones de euros solo en Europa. Un mercado gigantesco en el que nadie quiere quedarse atrás.

Cuando hablamos de Silver Economy, tal vez pocas personas sepan a qué se refiere el término. En realidad, se trata del mercado y negocio que generan y van a generar las personas mayores. ‘Silver’ hace referencia al cabello plateado. Y ‘Economy’, a que se trata de un nuevo nicho para la economía global.

Un informe de Oxford Economics y Technopolis para la Comisión Europea califica a la Silver Economy como “la suma de toda la actividad económica que sirve a las necesidades de personas de 50 años o más, incluidos los productos y servicios que compran directamente y la actividad económica adicional que genera este gasto”. Un negocio llamado a mover en Europa casi 6 billones de euros en apenas cinco años (el 38 % del PIB de la Unión Europea), lo que generará 88 millones de empleos, según el mismo informe. Es más: los mayores de 55 años representan el 25 % del PIB europeo y aspiran a ser el 37,8 % en 2025, según un informe de Mapfre y la Escuela de Negocios de Deusto.

La economía plateada… ¿es la economía del futuro?

Y si en Europa la Silver Economy está llamada a convertirse en un verdadero motor que traccione la economía comunitaria, en España se notará con especial ímpetu. Porque en España hay cerca de 9 millones de personas mayores de 65 años. Son cerca del 20 % de la población, pero en 2050 podrían ser el 40 %: el país está llamado a convertirse en el líder global en esperanza de vida, incluso por delante de Japón.

No obstante, y en general, en los países desarrollados, alrededor del 20 % de la población supera los 65 años en la actualidad. Y la cifra no dejará de crecer durante los próximos años, hasta el punto de que, en cuatro décadas, un tercio de los europeos superará esa edad y la mitad sobrepasará los 100 años. Cifras que, en conjunto, implicarán más de 400 millones de mayores de 80 años en todo el mundo en 2050. Otros 3,2 millones superarán el siglo de vida, según el Centro Internacional sobre el Envejecimiento (Cenie).

Estas cifras suponen un reto para los países de todo el mundo. Primero, porque los actuales sistemas económicos e impositivos están diseñados para una población equilibrada entre el número de jóvenes y adultos jóvenes en activo, y el número de jubilados. Ante un desequilibrio en la pirámide de población como el que podría experimentar España en el futuro (el país ha tocado fondo en 2019 en la cifra de natalidad, alcanzando la cifra de nacimientos más baja desde 1941, en plena postguerra), las arcas públicas van a experimentar una presión sin precedentes, hasta el punto de que el gasto en pensiones en España podría suponer la mitad del total del gasto público en cuestión de décadas. Otros estudios cifran en algo más del 27 % del PIB español lo que representará en 2050 el gasto público derivado de los mayores.

Sin embargo, este panorama aparentemente complicado encierra una oportunidad de negocio sin igual: la Silver Economy. Porque detrás de cada jubilado hay una pensión, un ingreso recurrente y prolongado en el tiempo que ya no solo sirve para sobrevivir tras la jubilación, sino para vivir.

Silver Economy: la gigantesca oportunidad de negocio que ofrecen los mayores

Los nuevos mayores son activos, entusiastas y deseosos de añadir vida a los años. De ahí que los actuales jubilados, y los del futuro, no vayan a conformarse con ver pasar los días. En parte porque tras la jubilación se abre un período que puede superar ampliamente los 20 años de esperanza de vida. Tiempo que se amplía de forma considerable si hablamos de prejubilaciones. Y los avances en medicina, cuidados sociales y calidad de vida permiten que, en su mayor parte, esos años sean años con salud, lo cual permite realizar actividades que implican consumo más allá de los básicos. Incluso trabajar.

En España, el 53 % de los mayores de 55 años trabaja, según EY. Es demasiado poco: en Nueva Zelanda son el 73 %. Si España lograse una cifra similar, añadiría 15 puntos a su Producto Interior Bruto. Y los mayores parecen decididos a lograrlo: el 18 % de las personas de entre 50 y 64 años emprende un negocio. En la franja de los 18 a los 29 años, lo hace el 11 %.

Por tanto, la Silver Economy será activa y pasiva. Y es este segundo punto el que empiezan a rondar empresas de todo tipo. Véase las agencias de viajes, que además que competir por los paquetes del Imserso rivalizan ‘con’ el Imserso ofreciendo experiencias vacacionales similares en precio y servicios. O los bancos, algunos de los cuales empiezan a comercializar paquetes de servicios financieros para personas mayores que complementan con asistencia jurídica, seguros para mayores o descuentos en compras y experiencias. Santander y Abanca han sido de los primeros.

La tecnología es otro de los sectores que ofrecen mayor potencial de negocio con las personas mayores. Por ejemplo, con robots. Porque, aunque la imagen de una persona mayor actual es la de alguien con escasas dotes para la tecnología (a pesar de que el 70 % de los mayores utiliza Internet cada día, según el Cenie), las generaciones que llegan detrás han asumido la transformación digital mucho antes y la tienen integrada en sus vidas desde hace tiempo. De ahí que el trato diario con dispositivos de toda índole sea algo natural para ellos, hasta el punto de que introducir un robot-asistente para personas mayores en su vida sea un paso natural que están dispuestos a asumir (y a pagar).

Los mayores gastan más dinero y la Silver Economy se encargará de demostrarlo

Las estadísticas actuales apuntan a que los mayores gastan más que los jóvenes. Así, el Cenie compara el gasto en vacaciones de las personas mayores con el de los jóvenes. Los primeros destinan 511 euros; los segundos, 382. Y no es en el único ámbito: los mayores de 60 años gastan más dinero en el supermercado que los jóvenes de entre 25 y 30 años. A pesar de que todos ellos tienen que comer.

Quizás la precariedad laboral de los jóvenes y la incertidumbre sobre su futuro económico y profesional lleve a este grupo, hasta ahora codiciado por empresas y marcas, a restringir y replantearse más los gastos. La conciencia ecológica y los nuevos modelos de consumo, como la economía colaborativa, tengan parte de la culpa. Lo cual no quiere decir que los mayores no estén interesados en un consumo responsable o que no adopten estos nuevos patrones de consumo. Simplemente, saben que tienen asegurados unos ingresos. Y eso es de vital importancia para planificar gastos a medio y largo plazo, así como para decantarse por productos y servicios que conllevan un mayor desembolso.

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